miércoles, 13 de abril de 2011

UNA NOCHE COMO CUALQUIERA

Algunos años atrás yo era mas joven, y mas estúpido. Aquella noche había bebido, eso en realidad no era algo extraordinario, ya que llevaba algún tiempo bebiendo a diario. Lo que se salía un poco de la rutina es que aquella noche quise manejar. No me gusta manejar, y menos borracho. Soy una especie de borracho consiente. Una vergüenza.



Llovía un poco , una lluvia ligerísima, casi una brisa. Las calles estaban mojadas. Ya eran peligrosas estando secas, llenas de baches, de bordos y de peatones estúpidos.

Se había tratado de una fiesta, o algo que quiso ser una fiesta. la realidad es que solo habíamos siete u ocho tipos embriagándonos, y dos gordas haciéndose las dignas. En fin eso no importaba mucho, ya que yo tenia novia y solo había ido por la promesa de cerveza y vodka gratis, sobre todo el vodka. Ese era mi periodo vodkacólico.

Estuvimos ahí dándole al vodka, a la cerveza, alguien saco una botella de tequila, alguien mas prendió un churro, sacaron coca. La fiesta se iba animando. Yo me anime a bailar, puse un poco de ambiente. Me movía entre aquellas dos gordas, brincaba, me daba la vuelta, incluso bese a una. No estuvo tan mal.



Seguí ahí un par de horas, casi hasta media noche. Me aburrí, siempre me aburren las platicas de borrachos, por eso casi nunca hablo. Estaba el clásico YO-YO, aquel que no te deja hablar, al que todo le ha pasado, el que todo lo sabe, el que es el mejor en todo. Yo solo lo miraba, miraba aquella fea boca, moviéndose, ya no escuchaba lo que decía, miraba sus ojillos negros, casi cerrados. Y pensaba, ¿Quién se va a animar a cerrarle la boca de un madrazo?. Nadie se animo, así que conto toda su vida, bueno conto casi cuatro vidas. Mil mentiras.



Estaba también el galán, nunca le habíamos conocido alguna novia, pero siempre hablaba de “sus mujeres”, siempre eran las mas lindas, las mas buenas y las mas “ponedoras”. Entonces nos enganchamos en eso. Todos hablamos de mujeres, y yo era el único que tenia novia, de verdad patético. Éramos perdedores en todos sentidos. Sobre todo en temas de mujeres. Con mi novia no había llegado a nada mas lejos de una “mamada”. Y de eso hacia un par de meses.



Las gordas también se aburrieron, vilmente nos abandonaron cuando ya nadie les puso atención. También en el zoológico te aburres de ver los elefantes. Era otra “fiesta’’ clásica de nosotros, siempre puros hombres y cuando alguien se aventuraba a llevar mujeres, nunca iba ninguna de menos de cien kilos. Que eso en si no es algo malo. También tienen su corazoncito, incluso entre nosotros había alguien que las prefería. Pero era demasiado para mi, que me gusta tocar la piel pegada al hueso.



En algún momento de la noche mi novia me llamo, me estaba esperando. Yo ya andaba colocado, cerveza de todas las marcas, Vodka de solo una marca, la mas barata. Un churro de la verde limón, según dijo el conecte, y un “esquinazo” de coca, rebajada con aspirina y veneno para ratas. Un verdadero coctel. Cuando eres joven, con principios de alcoholismo, tienes novia, pero esta no te da sexo, tan solo reclamos. Te cansas rápido de ella, y a mi me estaba pasando. No hay nada peor que una mujer riñéndote siempre.



Pensé en mandarla al diablo, el alcohol y una buena imaginación, pueden servir como sustituto en las noches solitarias, eso todos los presentes lo sabíamos. Traje su recuerdo a mi cabeza, sus ojos dormilones, fue lo primero en que mi fije al verla cuando nos conocimos, hacia ya seis meses. Luego seguí con sus labios, eran delgaditos, como el trazo suave de algún pintor impresionista. Sus piernas largas embarradas en la mezclilla de sus pantalones. Su espalda, que me dejaba acariciar y besar de vez en cuando. Siempre he sido un hombre de espaldas, y cometí el error de confesárselo. Ahora lo usaba en mi contra. Recordé todo su cuerpo, que aun no conocía, pero que prometía mucho. La decisión estaba tomada, siete u ocho borrachos no pueden competir contra eso.



No me despedí, nunca lo hago. Vomite antes de subirme al auto, no me sentí mejor. Seguía mareado. Todo aquel coctel seguía dando vueltas en mi sistema. En ese momento era el clásico borracho que cree que todo lo puede. Encendí el auto y me lance hacia la húmeda noche, en busca de mi recompensa. Sexo.



Manejaba un poco rápido, no demasiado arriba del límite, sonó mi celular, conteste, era ella. Aun mas enojada. Todo aquel coctel manejaba junto conmigo, todos sus gritos en mi oído a través del celular, manejaban junto conmigo. M e pase un alto, otro coche me golpeo sobre el lado del copiloto, perdí el control me estrelle contra un poste de alumbrado publico. Les digo que soy un borracho consiente, asi que me había puesto el cinturón de seguridad. Ayudo. Pero no demasiado cuando el acero de la puerta del lado del conductor se aplasto contra el poste, partiendo mi cadera, mi tibia y me peroné en varias partes.



Me quede ahí con mi auto destrozado contra un poste, mirando la lluvia, mientras un dolor fuerte me recorría el cuerpo, mi pierna dolía tanto, que en algún momento dejo de doler. Se convirtió en un destello de luz blanca. No me desmaye, pero el dolor era tal, que ya no dolía, era mas fuerte que lo que mi cerebro podía procesar como dolor, solo quedaba aquella luz blanca.



Ella aun seguía gritándome por el teléfono, aquello me dio risa. Tal vez el coctel ayudo un poco. Pero me dio risa. Me reí como loco. Los paramédicos me encontraron llorando de risa. Me preguntaban que si me dolía, y les decía que no, y volvía a reírme. Todo era tan gracioso.



Me llevaron a urgencias, robaron mi cartera. El celular no porque lo tenia en mi mano. Así que pude contarle a ella lo que me había pasado, le dije a donde me habían llevado. Media hora mas tarde ella lloraba agarrada de mi mano. Yo estaba en una camilla, en alguna sala de urgencias, esperando ver las radiografías. Llego una doctora, era guapa, cabello rubio y ojos claros. Aquello no importaba. El dolor regresaba.



Me dijo e intento mostrarme en la radiografía, que mi cadera estaba partida, que mi pierna izquierda, ahora estaba dividida en siete partes. Mi rodilla estaba del tamaño de un balón de basketbol. El dolor recorría todo mi cuerpo. Ella lloraba, yo lloraba. Ella pedía perdón. Yo gritaba por un analgésico, no quisieron darme nada, debido a lo que había consumido. Así que aguante mis buenas tres horas con ese dolor blanco dándose festín con mi cuerpo.



Me operaron al día siguiente, estuve cinco meses sin poder caminar, tres meses de terapias, solo el sesenta por ciento de mi sueldo, gracias al seguro. Conseguí un par de muletas, conseguí el numero de teléfono de una enfermera, nunca le hable.



Conseguí una novia mas comprensiva, ahora me daba sexo cada vez que yo quería, eso se complicaba un poco debido al aparatejo que me habían puesto sobre la cadera. Pero nos las arreglábamos. Además cinco meses es mucho tiempo para no hacer nada.



Algún tiempo después de recuperarme regrese a la cerveza, también regrese al vodka. Y también regresaron sus reclamos. No aguantamos mucho, termino yéndose o yo termine echándola. No lo se, no lo recuerdo, el caso es que terminamos. Ella se llevo el auto, después de que lo reparamos. Desde entonces no he vuelto a conducir, ni a bailar.



A mi solo me quedo este recuerdo, una placa en mi cadera y quince tornillos en mi pierna izquierda.

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