sábado, 14 de abril de 2012

El NOMBRE DE ELLA

EL NOMBRE DE ELLA



Pensaba en ella como un ser sin rostro, como una sombra etérea. Ya
en este punto, despues de un tiempo en que todo se fue degradando, toda Ella era
una mentira, algo intangible, irreal. Tan solo seis letras. Su cuerpo un
recuerdo vago de cabellos teñidos, pestañas postizas, alas, toneladas de
nostalgia, delgadez, blancura.

Por más que lo intentara
nunca lograba (o nunca se atrevía) ver sus ojos. Ella terminaba por volverse un
punto pequeñito, difuminado en esa nube opaca que él había construido para
atraparla. Para que no se le escapara. Quería retenerla, llevarla con él para
siempre. Parasitando en un dolor que no acababa.

No le interesaba saber que fue de ella, no quería saber si existió
siquiera. Más importante era marcarla de manera indeleble en su
memoria. Idealizarla. No quería saber si la quiso, si algún día la amo, o si tan
solo como entro, salió de su vida. Sin avisar, sin anestesia, sin
saber.

Y ese no querer saber que lo carcomía, que lo reducía a ser ese
caótico y desesperado envoltorio de huesos al cual le faltaba algo. Un alma,
supongo. Era entonces cuando se envolvía en ese manto de fatalidad, de tristeza,
de miedo. Y era ese miedo quien lo orillaba cada noche antes de dormir a pararse
fijamente; con la mirada vidriosa y rota, frente al espejo y repetir tres veces,
sin parpadear, en voz alta (como si fuera un mantra) El nombre de
ella.

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