Primero me veo comiendo una manzana. Imagino que escucho, aunque solo leo tus labios dibujando un tímido -adiós-. Luego aparecemos juntos, caminando hacia alguna parte. Nos vemos contentos, hay una extraña sombra de felicidad en nuestros rostros. Después compartimos algo que parece una hamburguesa (imagino que es de pollo) siguiente cuadro y los dos lloramos. Luego, en otra imagen, estamos otra vez sonriendo.
Y así las imágenes se van mezclando. Lo raro es que no hay diálogos o quizá los he olvidado. Son solo las imágenes. Fotografías instantáneas. Polaroids, se parecen a eso. No hay movimiento, solo cuadros fijos. No hay noches, no hay días. No hay tiempo.
He intentado darles cierto sentido. Armar un guion como de película muda. Y es absurdo porque he hecho un marasmo, he creado una telaraña de imágenes, recuerdos y momentos. De los cuales no puedo distinguir entre los reales, los ficticios, los meramente utópicos o aquellos que tan solo son delirios. No existen los lunes, no existen los martes, los viernes. No hay día primero, ni tampoco el que le sigue. Todo se encuentra revuelto.
Y digo que es extraño porque me aterra enfrentarme a esta página en blanco y me aferro a esos recuerdos, que se han vuelto un arma mas, para seguir luchando cada noche contra el insomnio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario